Lenguas de herencia, emoción e identidad
El español es la segunda lengua de Estados Unidos, donde, para un gran número de hablantes, es su lengua de herencia, pues muchos latinos han crecido en hogares donde se habla español, aunque la lengua dominante sea el inglés. A medida que avanzan las generaciones, el uso y dominio del español disminuye, creando desafíos tanto en la comunicación familiar como en la identidad cultural de estos hablantes. De hecho, a menudo enfrentan inseguridades respecto a sus habilidades lingüísticas y variedades maternas, afectando a su autoestima y conexión con sus raíces y comunidades. Por eso, en las aulas de español como lengua de herencia, es crucial abordar el componente emocional desde una perspectiva integral que les permita reflexionar y desarrollar su identidad bilingüe y bicultural a través de un enfoque sociolingüístico crítico.
¿Qué es un hablante de herencia? El caso del español
Los hablantes de lenguas de herencia son aquellos que han sido criados en un hogar donde la lengua de comunicación no es la lengua dominante del lugar donde viven, que hablan y/o entienden esta lengua familiar, pero no al mismo nivel que la lengua dominante de otros contextos sociales y en la que reciben su educación reglada (Valdés, 2005; Carreira et al. 2018). Además, generalmente, poseen una estrecha relación con la cultura de origen y las conexiones socioafectivas con sus familias se ven muy influidas por su dominio lingüístico (Beaudrie y Ducar, 2005). Este es el caso del español para muchos latinos en Estados Unidos.
De acuerdo con el Pew Research Center, instituto de investigación social de referencia en Estados Unidos, en este país hay actualmente 63.6 millones de hispanos, lo que equivale a casi un 19% de la población total. De ellos, el 68% declara hablar español en su casa, pero esta cifra varía dependiendo de su generación migratoria: mientras que el 93% de primera generación (es decir, aquellos que nacieron y se criaron en Hispanoamérica) consideran el español como primera lengua de uso cotidiano, esta cifra baja considerablemente al 55% para el caso de hispanos de segunda y tercera generaciones (es decir, los nacidos y criados en Estados Unidos, hijos y nietos de los anteriores migrantes) (Krogstad et al., 2023). En consonancia con estos datos, tal y como muestran las últimas estadísticas comparativas entre el uso del inglés y el español en la población latina desde 1980 hasta el presente, el dominio del inglés ha ido aumentado de manera progresiva mientras que el uso del español ha disminuido significativamente tanto en migrantes de primera generación como en los nacidos en Estados Unidos. En muchos casos, estos hablantes no han recibido una instrucción formal del español, por lo que no han desarrollado unas habilidades de lectoescritura en esta lengua y solo conocen un registro informal de comunicación (Valdés, 2000).
Además de la generación migratoria, otros factores socioeconómicos, geográficos, culturales, educativos y afectivos influyen en la compleja relación de los hablantes de herencia con el español, constituyendo un perfil lingüístico-cultural muy heterogéneo.
Emoción e identidad en hablantes de herencia
En este contexto, la lengua es uno de los factores clave en el desarrollo y (auto)percepción identitaria de los hablantes de herencia, ya que no es inusual que presenten una baja autoestima en sus habilidades lingüísticas, frecuentemente provocada por ideologías lingüísticas en determinados contextos académicos e, incluso, por parte de algunos nativos de sus propias comunidades y familias –fenómeno denominado discriminación lingüística interna (Bills y Vigil 2008)–, que causan la desvalorización y estigmatización de su variedad no estándar y su uso no formal del español (Carreira y Kagan, 2011; Lynch y Potowski, 2014). Estas actitudes negativas impiden que la lengua se mantenga y provocan que se genere una serie de conflictos identitarios, pues, aunque su lengua dominante sea el inglés, su identidad cultural está estrechamente ligada a su pertenencia a la comunidad latina e hispanohablante del país (Escobar y Potowski, 2015).
Además, para los casos donde solo han desarrollado habilidades receptivas (es decir, son capaces de entender el español, pero no de producirlo), estos hablantes sufren problemas de comunicación con sus propias familias, especialmente con sus abuelos, quienes en ocasiones no hablan ni entienden el inglés. Por ello, cuando un hablante de herencia decide estudiar formalmente la lengua, hay que tener en cuenta que estos conflictos identitarios y culturales influyen en el proceso de aprendizaje y, en este sentido, cobran especial relevancia los aspectos afectivos relacionados con ese aprendizaje.
Multilingual speakers form their identities while navigating a complex system of uneven power structures and continuously negotiating a sense of belonging, backward and forward, between their native communities and the mainstream culture. (Parra, 2016: 180).
El componente afectivo en el aula de lenguas de herencia
Estos estudiantes, además de tener como objetivo ampliar sus habilidades y registros lingüísticos, a menudo buscan reconectar y reconciliarse con sus raíces culturales y familiares. Por ello, en el aula se debe reconocer y abordar las emociones relacionadas con la identidad para ayudar a los estudiantes a desarrollar una autoimagen positiva y un sentido profundo de su identidad bilingüe y bicultural.
Para ello, es importante trabajar el componente emocional explícitamente, por un lado, incorporando las experiencias personales y culturales de los alumnos para explorar y expresar sus sentimientos de pertenencia, orgullo y, a veces, conflicto, en relación con su herencia. Y, por otro lado, desarrollando una conciencia (socio)lingüística crítica (Fairclough, 1992; Martínez, 2003; Leeman y Serafini, 2016; Klee y Lacorte, 2021), donde se entiendan y legitimicen las diferentes variedades geográficas, sociales y situacionales del español como resultado de diferentes procesos históricos y oportunidades de acceso a esta lengua (Parra, 2016) y, así, estos estudiantes se conviertan también en agentes de cambio social para sus comunidades (Belpoliti y Gironcetti, 2019). Por ello, acostumbrados a escuchar que su español es incorrecto, roto o mezclado, la corrección de errores no debe aproximase desde una desvalorización hacia el estudiante, su lengua o su entorno familiar, sino como un proceso que fomente la reflexión y la comprensión de las diversas funciones comunicativas y sociales de la lengua en distintos contextos (Colombi, 1994; Parra, 2016). Emoción e identidad son así factores fundamentales en el aprendizaje de español como lengua de herencia.
Es necesario brindar al estudiante de ELH [español como lengua de herencia] con conocimientos que le posibiliten afrontar sus inseguridades lingüísticas, originadas en la estigmatización del ELH como un déficit lingüístico, fomentando una visión positiva hacia su lengua. (Valencia-Zamudio, 2022: 144)
Referencias
Beaudrie, S. M. y C. Ducar. 2005. Beginning Level University Heritage Programs: Creating a Space for All Heritage Language Learners”. Heritage Language Journal 3(1), 1-26.
Belpoliti, F. y E. Gironzeti (2019). Hablantes de herencia. En J. Muñoz-Basols, E. Gironzeti y M. Lacorte (Coords.), The Routledge Handbook of Spanish Language Teaching: metodologías, contextos y recursos para la enseñanza del español L2 (pp. 447-462). Oxon y Nueva York: Routledge.
Bills, G. D. y N. A. Vigil. (2008). The Spanish Language of New Mexico and Southern Colorado: A Linguistic Atlas. Albuquerque: University of New Mexico Press.
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