¿Cómo reconocemos emociones en una lengua adicional?
Generalmente, la lengua materna (L1) está más conectada con las emociones, pero factores como la edad, el contexto de adquisición y el nivel de dominio pueden influir en cómo se perciben las emociones en una lengua adicional. Estudios como el de Ellen Rintell muestran que el dominio lingüístico y la cultura de origen son determinantes en el reconocimiento emocional.
La habilidad para reconocer emociones (ERA) ha sido ampliamente investigada. Algunos estudios sugieren que los hablantes de L1 no siempre tienen ventaja sobre los de lengua adicional, aunque en situaciones donde solo hay pistas auditivas (como en llamadas telefónicas), los hablantes nativos suelen ser mejores. Para medir el reconocimiento emocional en español como lengua adicional, se ha creado un corpus de expresiones emocionales adaptado a nivel B1.
La emocionalidad de la primera y la segunda lengua
Hay una creencia bastante extendida en torno a la idea de que los hablantes no llegan a expresar los valores emocionales con la misma intensidad y autenticidad que en su lengua materna (Dewaele, 2010), a pesar de que no existe total unanimidad en la bibliografía. La idea, a primera vista, es sencilla: la primera lengua, la que aprendemos en el seno del hogar, se asocia con la lengua de las emociones. Estas ideas están, principalmente, respaldadas científicamente en estudios que se han llevado a cabo a partir de un cuestionario pionero y fundacional en esta rama del conocimiento llamado el BEQ (Bilingualism and Emotions Questionnaire) (Dewaele y Pavlenko, 2001). El objetivo de los diversos estudios realizados a partir de los datos obtenidos con esta herramienta es mostrar cómo bilingües y multilingües de todo el mundo comunican las emociones en sus varias lenguas. Entre otros muchos hallazgos, estos investigadores encontraron que la L1 es normalmente la lengua elegida para la comunicación de emociones tanto positivas como negativas y que se percibe como más emocional que las lenguas adicionales. La lengua adicional tiene, en principio, menos resonancia emocional y por eso se utiliza menos para expresar emociones. Sin embargo, como ha dicho el propio Dewaele (2018) años más tarde, esto no es una ley universal y de hecho hay diversos factores individuales y sociales que pueden modular cómo se produce la comunicación emocional, como por ejemplo la edad o el contexto de adquisición, el grado de socialización en la lengua adicional, el nivel de dominio o la aculturación emocional.
Así pues, la comunicación de emociones, aunque es consustancial y central en la comunicación humana, no ha recibido, en el ámbito de las lenguas adicionales, la atención de lingüistas y pragmatistas hasta hace unos años. Una de las lingüistas pioneras que decidió cruzar las fronteras de la disciplina (que por cierto, compartía despacho con un psicólogo), fue Ellen Rintell, quien empezó a fijarse en cómo reconocían la emoción 127 estudiantes de inglés (de entre placer, enfado, depresión, ansiedad, culpa y asco) y además les pidió que marcaran la intensidad con la que se expresaban esas emociones.
Y se inaugura así una de las primeras, digamos, líneas de investigación, que, en términos muy generales, trata de responder a la pregunta de si reconocemos la emoción en una lengua distinta a la primera y si valoramos de manera ajustada, la intensidad con la que se expresa esa emoción. Dicho de otra manera, si yo soy aprendiente de japonés como lengua adicional y escucho a alguien expresar tristeza en japonés ¿percibo que está expresando esa emoción y no otra? ¿Percibo que lo hace con una determinada intensidad igual que lo haría un hablante de japonés como L1? ¿Qué factores determinan que tenga más o menos éxito en ese reconocimiento? ¿Puede ser la edad a la que aprendí la lengua? ¿O quizá el nivel de socialización que haya tenido en esa lengua? ¿Estará más directamente relacionado con mi nivel de dominio en esa lengua (si soy B1, B2…)?
En ese estudio pionero, Rintell apuntó, por ejemplo, que el nivel de dominio lingüístico era un factor determinante a la hora de reconocer las emociones. Asimismo, también encontró determinante la cultura de origen, pues de entre arabófonos, hispanohablantes y sinohablantes, fueron estos últimos los que experimentaron más dificultad a la hora de reconocer las emociones expresadas por hablantes de inglés. También observó que el asco y el placer se identificaban mejor que la depresión, la ansiedad, la culpa o el enfado.
La resonancia emocional de los enunciados se reduce en una lengua extranjera, pero hay factores que inciden.
Canales por los que se comunica la emoción
Cuando nos planteamos indagar acerca de cómo se produce el reconocimiento de las emociones, es necesario tener en cuenta que la emoción no se transmite por un único canal, sino por tres (Burns y Beier, 1973): el canal verbal (los elementos lingüísticos, gramaticales o léxicos); el canal vocal (la prosodia); el canal visual (posturas, gestos, expresiones faciales o lenguaje corporal).
Entonces, en una lengua adicional, puede resultar un verdadero reto interpretar las señales que vienen de forma simultánea de los distintos canales ¡es mucho que procesar! En primer lugar, tenemos que realizar la tarea de extraer lo que es el contenido emocional de entre todo el input que recibe el receptor durante una escucha o interacción, y esto requiere atención extra. Además, lo que se expresa por un canal y por otro no tiene por qué ser lo mismo, o igualmente relevante en las dos lenguas que se ponen en juego en un encuentro multicultural. Desde el punto de vista del que reconoce, la atención que se presta a un canal o a otro tampoco es la misma en las diferentes culturas. Tanaka y otros (2010), por ejemplo, demostraron en un estudio que los japoneses le prestan más atención al canal vocal, mientras que los holandeses le prestan más atención a la expresión facial cuando reconocen emociones.
Lo emocional se transmite por varios canales, así que interpretarlo es una tarea compleja.
Por otro lado, sabemos que hay emociones que son más identificables o fácilmente reconocibles que otras. En esta línea, hay algunos estudios que sugieren que las emociones positivas como la alegría se reconocen peor que las negativas (tristeza o enfado) entre miembros de distintas culturas. Esto podría explicarse por el hecho de que las emociones positivas potencian la cohesión social dentro de un grupo, y por eso estas son las emociones que se reconocen mejor entre miembros de un mismo grupo (Sauter, Eisner, Ekman y Scott, 2010 y Zhu, 2013).
La habilidad para reconocer emociones
En los últimos años, ese constructo llamado ERA por sus siglas en inglés (emotion recognition ability o ‘habilidad para reconocer emociones’) ha sido ampliamente estudiado. Una de las investigadoras que más ha indagado en el tema es Pernelle Lorette, junto con Jean Marc Dewaele. En un primer estudio de 2015 se preguntaron básicamente por tres variables, para ver cómo afectan al reconocimiento de las distintas emociones. Concretamente, se fijaron en el estatus lingüístico (si es L1 o LX), en el nivel de dominio (dentro de los de lengua adicional) y en la procedencia cultural de los usuarios de lengua adicional. En un estudio posterior de 2020 la autora se preguntó también por cómo afecta el canal de transmisión de la emoción (audiovisual o audio solo). ¿Y qué descubrieron a grandes rasgos? En primer lugar, que tomados en conjunto, los hablantes de L1 no reconocen las emociones mejor que los de inglés como lengua adicional. Esto es, en cierta medida, sorprendente, porque además contradice estudios previos que sí que daban ventaja a los considerados hablantes nativos. Este dato quizá puede explicarse por el hecho de que en este estudio solo se incluyen emociones básicas, no secundarias, y las emociones básicas son más fácilmente reconocibles, independientemente de si se expresan en tu L1 o en tu LX. Además, en este estudio, los usuarios de inglés LX son multilingües, lo que nos lleva a preguntarnos si realmente es el ser nativo de una lengua lo que da ventaja en el reconocimiento de emociones, que es lo que afirmaban estudios previos, o es el hecho de ser multilingüe, hablar más de una lengua y estar expuesto a cómo se expresan emociones en distintas lenguas y culturas. Por otra parte, vieron que el nivel de dominio sí que afecta (los más avanzados reconocen mejor las emociones) y que, de las culturas consideradas, la que más dificultades mostró en el reconocimiento fue la asiática, lo que achacaron a la distancia cultural.
Asimismo, en su estudio de 2020, encontraron datos realmente interesantes. Si bien los usuarios de L1 tampoco superan a los de LX en términos generales, sí lo hacen en la modalidad de audio solo. Es decir, cuando no tenemos gestos, los aprendientes reconocemos la emoción peor. Esto sugiere que los que aprendemos otras lenguas podemos reconocer las emociones expresadas por los hablantes de otras lenguas, pero lo hacemos mucho mejor cuando hay otras pistas más allá de las lingüísticas y vocales. En pocas palabras, en la comunicación cara a cara, reconoceremos mejor las emociones que en un audio de whatsapp o en una conversación telefónica. En estos contextos, lo haremos mejor en nuestra L1 que en las lenguas que hemos aprendido más tarde. Estos datos son relevantes porque apuntan a que las pistas visuales emocionales pueden ser más universales que las vocales, aunque se necesita más investigación.
Para ahondar en la comprensión de cómo sucede este reconocimiento de la emoción en español como lengua adicional, se ha creado un instrumento que permitirá valorar y medir de forma objetiva la capacidad para reconocer tres emociones, a saber, la ira, la tristeza y el miedo. Específicamente, se ha creado un corpus de 20 escenas emocionales del que se seleccionan expresiones verbales con input comprensible para usuarios de nivel B1. Estas expresiones verbales consisten, tras un proceso de validación y depuración descrito en (Cordero, de Pablos y Pérez Serrano, en prensa), en 18 expresiones verbales cargadas emocionalmente de ira, miedo y tristeza pero que no nombran de manera explícita dichas emociones (por ejemplo, ¡Pero qué haces ahí, no has visto que hay una cola!, que representaría la ira). Además, este corpus de 18 expresiones cargadas de emoción se dispone en tres franjas de dificultad. La idea es que la comunidad científica pueda disponer de una herramienta validada y adaptada en términos léxicos a un nivel B1 para enseñar y evaluar la habilidad de reconocimiento emocional en español.
Necesitamos herramientas válidas y fiables que nos ayuden a entender cómo se reconoce la emoción en una lengua adicional.
Referencias
Cordero, P., de Pablos, C. y Pérez Serrano, M. (en prensa). Expresiones verbales para evaluar el reconocimiento emocional en aprendientes de ELE.
Dewaele, J.-M. (2018a). Linguistic taboos in a second or foreign language. In K. Allan (ed.), The Oxford Handbook of Taboo Words and Language (pp. 218–232). Cambridge: Oxford University Press. doi.org/10.1093/oxfordhb/ 9780198808190.001.0001
Dewaele, J. M. (2010). Emotions in Multiple Languages. Basingstoke: Palgrave Macmillan.
Lorette, P. y Dewaele, J. M. (2015). Emotion Recognition Ability in English Among L1 and LX Users of English, International Journal of Language and Culture, 2(1), 62-86. https://doi.org/10.1075/ijolc.2.1.03lor
Lorette, P. y Dewaele, J. M. (2020). Emotion Recognition Ability Across Different Modalities: The Role of Language Status (L1/LX), Proficiency and Cultural Background. Applied Linguistics Review, 11(1), 1-26. https://doi.org/10.1515/applirev-2017-0015
Rintell, E. M. (1984). But How Did you Feel About That?: The Learner’s Perception of Emotion in Speech, Applied Linguistic,s 5(3), 255-264. https://doi.org/10.1093/applin/5.3.255
Dewaele, J.-M. y Pavlenko, A. (2001-2003). Web questionnaire Bilingualism and Emotions. University of London.
Tanaka, A., Koizumi, A., Imai, H., Hiramatsu, S., Hiramoto, E., & de Gelder, B. (2010). I feel your voice. Cultural differences in the multisensory perception of emotion. Psychological Sciences, 21, 1259–62.
Zhu, Y. (2013). Expression and Recognition of Emotion in Native and Foreign Speech. The Case of Mandarin and Dutch. Doctoral dissertation, Leiden University.
Sauter, D. A., Eisner, F., Ekman, P., & Scott, S. K. (2010). Cross-cultural recognition of basic emotions through nonverbal emotional vocalizations. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 107(6), 2408-2412.