La conceptualización de la emoción en el lenguaje

Las diferencias entre idiomas y culturas en la conceptualización de la emoción tienen implicaciones significativas para la expresión de las emociones en las personas bi/multilingües. Estos individuos manejan dos o más sistemas lingüísticos y discursivos, que pueden categorizar y describir la experiencia emocional de manera distinta, mostrando mayor o menor grado de equivalencia conceptual y léxica. Así, su comprensión de las emociones se ve influenciada por las representaciones conceptuales y características léxicas únicas de cada idioma, que pueden conducir a una reestructuración conceptual cuando las traducciones directas no capturan plenamente la esencia emocional en ambos idiomas.

Autoras
Elisa Pérez García
Palabras clave
emoción, conceptualización, lenguaje, léxico, equivalencia
Lecturas recomendadas
Pavlenko, A. (2014). Emotional worlds: Emotion categorization, affective processing, and ascription of significance. In The bilingual mind: And what it tells us about language and thought (pp. 245–298). Cambridge University Press.

Athanasopoulos, P. (2015). Conceptual representation in bilinguals: The role of language specificity and conceptual change. In J. W. Schwieter (Ed.), The Cambridge handbook of bilingual processing (pp. 275–292). Cambridge University Press.

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La conceptualización de la emoción a través del léxico

Las emociones, elementos intrínsecos de la experiencia humana, encuentran su expresión a través del lenguaje, permitiendo a las personas comunicar sentimientos complejos y sutiles. Así, su conceptualización en el lenguaje es un tema de gran interés en los campos de la lingüística, la psicología y las ciencias cognitivas. El estudio de cómo las diferentes culturas y lenguas conceptualizan y expresan las emociones revela no solo las particularidades lingüísticas, sino también las formas en que estas emociones son percibidas y valoradas en diversas sociedades (Wierzbicka, 1999; Alba-Juez, 2023). En concreto, a través del análisis de las palabras y expresiones que utilizamos para describir nuestras experiencias emocionales se puede entender mejor cómo diferentes culturas construyen la emoción, reflejando sus valores y creencias.
Aneta Pavlenko (2008a, 2008b, 2014) ha explorado en profundidad la conceptualización de las emociones, subrayando cómo su codificación léxica varía significativamente entre idiomas y contextos culturales. Pavlenko (2014) explica que las palabras y los conceptos de emoción no son universalmente equivalentes y que existen diferencias en los niveles superordinado, básico y subordinado de codificación léxica.

“There is dramatic crosslinguistic variation in the organization of the emotion domain at all three levels of lexical encoding: superordinate, basic, and subordinate.” (Pavlenko, 2014: 254).

Niveles de codificación léxica de la emoción

Nivel superordinado

Este nivel incluye categorías amplias y generales de emociones, que abarcan un amplio espectro de estados emocionales. Ejemplos de términos superordinados son “emoción” o “sentimiento”. Estas palabras se utilizan para referirse a cualquier tipo de experiencia emocional sin especificar la naturaleza exacta de la emoción. Sin embargo, Pavlenko (2014) explica que algunas lenguas pueden tener términos superordinados para describir emociones que no existen en otras. Por ejemplo, nuestro concepto occidental de emoción no tiene un equivalente exacto en lenguas como el chewong de Malasia o el ifaluk de Micronesia. En estas culturas las emociones no se consideran estados internos individuales como se haría en las culturas occidentales, sino que las experiencias emocionales se entienden más en términos de interacciones y relaciones sociales.

“This lexical gap does not mean that their speakers do not experience affect – rather, it suggests that experiences we see as ‘emotional’ are categorized and interpreted in different ways.” (Pavlenko, 2014: 254).

Nivel básico

Aunque ciertas emociones básicas como la “felicidad”, la “tristeza” o el “miedo” son reconocidas y experimentadas de manera similar a través de diferentes culturas e idiomas (Ekman, 2007), la manera en que se categorizan y expresan a nivel léxico y estructural puede diferir. Pavlenko (2014) sostiene que las lenguas pueden favorecer diferentes patrones morfosintácticos al hablar de las emociones, lo que conduce a una mayor o menor equivalencia estructural entre ellas. La equivalencia estructural, por ejemplo, se da cuando dos lenguas codifican determinadas palabras emocionales a través de las mismas categorías de palabras (sustantivo/sustantivo, verbo /verbo) y cuando estas comparten cierto marcos léxico-sintácticos (Pavlenko, 2008b).

La autora ha ilustrado ampliamente este aspecto en idiomas como el ruso y el inglés. Ambos tienen las mismas categorías morfosintácticas: sustantivos de emoción, adjetivos y pseudoparticipios, adverbios, y verbos transitivos e intransitivos, pero sus términos de emoción se distribuyen de manera diferente entre estas categorías, favoreciendo así diferentes patrones estructurales en la conceptualización de la emoción (Pavlenko, 2014).

“The difference between the two languages lies in the distribution of terms across the categories: Russian has a high number of intransitive (and oftentimes reflexive and durative) emotion verbs and a variety of emotion adverbs, while English has many adjectives and transitive verbs but only a few intransitive ones (e.g., to rejoice, to worry).” (Pavlenko, 2014: 257).

Nivel subordinado

En el nivel subordinado o más conceptual, las diferencias se vuelven aún más evidentes que en los niveles superordinado y básico. Este nivel abarca categorías y términos de emoción específicos, que reflejan experiencias emocionales profundamente arraigadas en contextos culturales concretos. En consecuencia, existen relaciones de mayor o menor equivalencia conceptual entre lenguas y palabras de emoción específicas de un idioma que o carecen de equivalentes de traducción o tienen dos o tres equivalentes parciales en otras lenguas (Pavlenko, 2008b). El ruso, por ejemplo, no tiene equivalentes de una sola palabra de sustantivos emocionales comunes en inglés como fun o frustration (Pavlenko, 2014). Del mismo modo, el español utiliza el término único vergüenza, mientras que el inglés distingue entre los términos shame y embarrassment (Alba-Juez, 2023).

“The greatest difficulties in L2 learning stem from translation non-equivalence, that is, language-specific emotion terms, such as the English noun frustration or the Russian verb perezhivat’ [to experience something keenly, to worry, to suffer things through], that require L2 learners to develop new mental representations and to link them to specific external referents”. (Pavlenko, 2014: 260).

Implicaciones para los bi/multilingües

La diferencia entre lenguas y culturas en la conceptualización de la emoción en general y a nivel léxico en particular tiene profundas implicaciones para los bi/multilingües, ya que estos individuos deben navegar y reconciliar diferentes sistemas de categorización y expresión emocional. Las relaciones de mayor o menor equivalencia conceptual y/o estructural entre su primera lengua (L1) y sus lenguas adicionales (LX) pueden facilitar o complicar la adquisición del vocabulario de emoción en LX, dando lugar a distintos patrones de influencia entre L1-LX y reestructuración de la mente bi/multilingüe (Athanasopoulos, 2015).

“(a) Conceptual and structural equivalence facilitate internalization of L2 emotion vocabulary; (b) partial equivalence may facilitate restructuring, especially when the L1 makes more fine-grained lexical distinctions than the L2; (c) structural non-equivalence and more fine-grained distinctions in the L2 complicate restructuring and may give rise to L1 inluence; and (d) translation non-equivalence complicates internalization of new emotion words.” (Pavlenko, 2014: 264).

Panos Athanasopoulos (2015), autor muy recomendable para entender las dinámicas de la representación y cambio conceptual en bi/multilingües, revisa a la perfección los estudios de Pavlenko, profundizando en cómo estos individuos gestionan y diferencian el conocimiento conceptual en sus diversos idiomas y marcos culturales. En concreto, explica que la transferencia conceptual L1-LX y la interiorización de nuevas representaciones conceptuales son algunos de los posibles patrones que pueden aparecer como resultado de la interacción entre diferentes mundos emocionales y discursivos.

En un estudio reciente del grupo LEIDE, Blanco Canales y Pérez-García (2024) examinaron cómo estudiantes españoles de L2 inglés perciben la afectividad de palabras básicas y en qué medida su comportamiento emocional difiere de la lengua original (español) y de la lengua meta (inglés). Para ello, evaluaron un corpus de 300 palabras inglesas en las dimensiones afectivas de valencia y activación. Al comparar sus valoraciones con las de usuarios L1 inglés (Warriner et al., 2013) y L1 español (Blanco Canales & Hernández Muñoz, 2024), se encontró que los estudiantes españoles valoraron las palabras en L2 inglés de forma muy similar a los hispanohablantes, diferenciándose notablemente de los angloparlantes. Se concluye principalmente que la lengua materna ejerce una influencia significativa en este proceso perceptivo y que las connotaciones emocionales de la L2 se incorporan al léxico mental a través de traducciones de la L1 como resultado de una transferencia emocional L1 español-L2 inglés. Este resultado implica que las palabras de la L2/LX se basan en el sistema conceptual y emocional ya establecido en la L1, al menos en estudiantes de lenguas extranjeras que no han alcanzado niveles avanzados de competencia en su L2/LX (Athanasopoulos, 2015).

“The development of conceptual proficiency in a new language, and the resulting process of conceptual change need to be afforded a much more prominent role in any future model of the cognitive architecture of bilingualism, and of the processes underpinning multilingual language acquisition and use”.(Athanasopoulos, 2015: 292).

Referencias

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