El yo que (se) aprende, el yo que se desprende
Una reflexión sobre el proceso de aprendizaje de lenguas desde el yo
La identidad del yo-aprendiz se forja en el momento –e, incluso, antes- en el que se inicia el proceso de adquisición de una nueva lengua. Así, nuestro yo como hablante de una única lengua nunca será el mismo una vez nos iniciamos en el proceso de adentrarnos en el conocimiento de cualquier otra lengua.
La identidad y conceptos afines
La identidad se ha convertido en una variable de estudio con cada vez más presencia dentro del área de la adquisición de lenguas. Identidad implica hablar de mí, de mi yo, de ese ente que aprende una nueva lengua, la vive, la sufre, la mira sin dejar de lado el resto de yoes presentes en un proceso a lo largo de la vida. Y es que las experiencias con cada una de las lenguas que entra en nuestra vida acaban siendo parte de ese sistema paradójico que somos cada uno de nosotros. Sin embargo, referirse a este concepto requiere reflexionar a su vez sobre los términos usados en la bibliografía (yo, identidad, auto-, self, entre otros): ¿hablan de lo mismo a pesar de utilizar conceptos distintos?
La identidad puede ser un puzle, un conjunto de piezas moldeadas por las experiencias vividas. Desde una visión posestructuralista, la identidad es un constructo en continuo cambio que está determinado por la sociedad y, por ende, por las lenguas en las que esa sociedad interactúa. Desde una perspectiva social, este concepto ha dejado de definirse por factores como el origen para pasar a entenderse como una construcción en constante negociación a partir de todas las interacciones en las que participamos. Así, todo a lo que estamos expuestos es variable, lo que va perfilando ese yo que nos da una falsa apariencia de estabilidad.
El yo, mi yo como aprendiz –para distinguirlo del yo-aprendiz-, deja de ser un personaje plano, para convertirse en el protagonista de esa novela que es el aprendizaje. Es un yo poliédrico que cambia según la realidad y que sobrevive a ella.
Lenguas, sentimientos e identidades
La lengua configura y define lo que se podría denominar la identidad etnolingüística. Hamers y Blanc (2000) hablan de esta como un sentimiento de pertenencia a un nuevo grupo que se identifica por compartir una lengua hablada y escrita. Sin embargo, en el plano de la L2, el hablante no forma únicamente parte de un grupo, sino que convive en diferentes identidades que hacen que sus modelos sufran un continuo proceso de reestructuración. Es difícil, si pensamos en nuestro mundo actual, no preguntarse cómo una lengua puede asociarse a una única identidad y cómo esa lengua debería entenderse como parte de estas fronteras entre diferentes mundos lingüísticos y culturales.
Es interesante recuperar en estas líneas la mirada de Block (2013) al conocido como “período silencioso” en el que el hablante sufre una lucha interna ante el abandono de una omnipresente lengua materna para darse paso a algo desconocido. El período silencioso, por tanto, ya no es solo una fase que se produce en la adquisición temprana, sino que podría interpretarse como una fase que todo nuevo hablante padece en la que se pierde su identidad, siente que se está perturbando su yo-hablante y mira, en ocasiones con miedo, ese nuevo yo-hablante plurilingüe que acaban de presentarle.
Si hablar de identidad en el proceso de aprendizaje de una lengua es también hablar de ese periodo silencioso, ¿no deberíamos interesarnos sobre el valor que el silencio ocupa en el aprendizaje de una lengua? (Gattegno, 1963; King, 2013; Bao, 2014; Cremades López, 2019).
No se trata solo de aprender a interactuar en nuevos contextos o de desarrollar habilidades lingüísticas que ponen en jaque todos los modelos lingüísticos aprendidos hasta el momento. Se trata de ser diferente y asumir que ese yo que sabe otra lengua, no va a ser nunca más ese yo que solo hablaba su lengua materna. Se trata de comprender que el nuevo yo pondrá en duda todo lo que ha hecho y dicho hasta el momento y mirará su día a día con unas gafas de un color nuevo.
La construcción identitaria en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la L2
Y yo, docente de lengua, no puedo permanecer ajeno a ese proceso. Si bien las corrientes actuales en segundas lenguas han abanderado la importancia de centrar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el estudiante, tras esta reflexión existe un interrogante que cobra más importancia si cabe: ¿se enseña a sabiendas de que mi estudiante en cada sesión ya no será el mismo? En el modelo de competencias clave del profesorado de lenguas presentado por el Instituto Cervantes (Moreno-Fernández, 2018) se habla de la necesidad de implicar a los alumnos en el control de su propio aprendizaje y, quizá, en esa dimensión debería reflexionarse sobre la identidad, no solo intercultural, sino la identidad del yo-aprendiz.
Referencias
Bao, D. (2014). Understanding Silence and Reticence. Ways of Participating in Second Language Acquisition. UK: Bloomsbury Academic.
Block, D. (2013). Issues in language and identity research in applied linguistics. Estudios de lingüística inglesa aplicada, 13, 11-46.
Cremades López, L. (2019). El silencio en el aula: actitudes y experiencias de un grupo de futuros profesores de idiomas [Trabajo de Máster], Repositorio de la Universidad de Alicante: Universidad de Alicante. Recuperado de http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/98027
Gattegno, C. (1963). The silent way. Teaching foreign languages in schools (5ªed.). Nueva York, EE.UU.: Educational Solutions Worldwide Inc.
Hamers, J. y Blanc, M. (2000). Bilinguality and Bilingualism. Cambridge: Cambridge University Press.
King, J. (2013). Silence in the second language classroom. UK: Palgrave Macmillan.
Moreno-Fernández, F. (dir.) (2018). Las competencias clave del profesorado de lenguas segundas y extranjeras. Madrid: Instituto Cervantes. Recuperado de: https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/competencias/